Noche de brujas…y no me refiero a ninguna reunión familiar, eso para otra ocasión que hablemos de tías y cuñadas. Hablo de esta popular festividad que deriva de los sacerdotes celtas basados en el politeísmo, la cual luego inmigrantes irlandeses transmitieron a Norteamérica.
Pero por qué celebramos Halloween? La respuesta es sólo una, la influencia mediática.
Si esto es producto de la reputada e inexorable “globalización”, por qué no se ve en alguna penetrante película americana algún niño, con goma de mascar, llevando una bandera roja y amarilla algún octubre doce? Por qué festejamos fechas que ni siquiera conocemos el origen y que no tienen nada que ver con nuestras costumbres? A que se debe esa permeabilidad cultural hacia lo foráneo? Todos sabemos las respuestas y no nos preocupa.
Parece ser que esta «globalización» no favorece el intercambio de culturas, sino la abolición de las particulares para la establecimiento de una única, de la cual ya conocemos la procedencia.
De modo que, mis amigos, si golpean a la puerta algunos chavales y les preguntan «truco o trato?», no lo piensen demasiado. El resultado es el mismo.