Halloween

Noche de brujas…y no me refiero a ninguna reunión familiar, eso para otra ocasión que hablemos de tías y cuñadas. Hablo de esta popular festividad que deriva de los sacerdotes celtas basados en el politeísmo, la cual luego inmigrantes irlandeses transmitieron a Norteamérica.

Pero por qué celebramos Halloween? La respuesta es sólo una, la influencia mediática.

Si esto es producto de la reputada e inexorable “globalización”, por qué no se ve en alguna penetrante película americana algún niño, con goma de mascar, llevando una bandera roja y amarilla algún octubre doce? Por qué festejamos fechas que ni siquiera conocemos el origen y que no tienen nada que ver con nuestras costumbres? A que se debe esa permeabilidad cultural hacia lo foráneo? Todos sabemos las respuestas y no nos preocupa.

Parece ser que esta «globalización» no favorece el intercambio de culturas, sino la abolición de las particulares para la establecimiento de una única, de la cual ya conocemos la procedencia.

De modo que, mis amigos, si golpean a la puerta algunos chavales y les preguntan «truco o trato?», no lo piensen demasiado. El resultado es el mismo.

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Un café

Han visto la cantidad de variantes que la gente tiene para pedir un café?

Las alternativas son infinitas: solo, cortado, manchado, con leche, con hielo, en vaso, granizado, bombón, carajillo, doble, americano, quemado, descafeinado, capuchino, barraquito, moca, blanco y negro, italiano, irlandés, escocés, vienés, turco, jamaicano, ruso. Y sus derivaciones: cortado corto de café, cortado largo de café, con leche largo de café, manchado en taza pequeña, etc. etc. Incluso he escuchado las cosas más insólitas: un café con la taza fría!!! O el súmmum del delirio: cortado con leche fría, como si la proporción de leche incidiera en la temperatura final del susodicho. Además, la variedad del grano: natural, torrefacto y los innumerables orígenes. Y esto sin tener en cuenta las nuevas tendencias: azúcar blanco, moreno, en terrones, en piedras, edulcorantes, bffff.-

El rigor para la elección de una bebida tan breve da idea de alguien conocedor, exigente, sofisticado. Si invertimos ese tiempo para la elección de un café, imaginemos que pasará cuando compremos un piso.

En cuanto a predilecciones culturales, normalmente, no tenemos ese nivel de exigencia. También es cierto que en muchas situaciones no poseemos esa diversidad de opciones y hay que escoger lo menos malo (incluso sin saberlo). No es casual, en este tema, que en ocasiones las cosas más favorecidas son las que están al alcance de la mano. Es curioso que justo lo que más nos gusta es lo q tenemos más cerca. Me veo obligado a pensar que en realidad pueda existir algo o alguien que nos lo ponga inmediato para que nosotros pensemos que “optamos”.

Da igual… tomamos un café?

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Vacaciones

Cuando en una de esas interesantísimas reuniones inter-matrimoniales de sábado noche, en la sobremesa,  luego de coloquios sobre las inéditas noticias cotidianas, las ultimas adquisiciones electrodomésticas  y de algún otro chiste de mal gusto comienza el tema de las vacaciones, me hago la peor de las preguntas “Qué hago aquí?”.

No hay términos medios, o la misma playa de Cádiz de toda la vida o lugares extravagantes inhabitables. Pero hasta ahí, con buena música de fondo o con algún TV encendido en las proximidades, uno puede soportar unos 15 o 20 minutos tranquilamente.

La sacudida de brios da sus primeras señas cuando comienza el diario del ultimo viaje a Bangkok, por decir algo. Lo magnifico de sus comidas, la cordialidad de sus habitantes, la limpieza de sus calles y un prolongado etc. Pero mi sorpresa y mis interrogantes comienzan cuando explican que todo era tan bonito que no han salido del Resort…, del Resort?! Han realizado 14000 Km. para ir a un Resort. OK, supongamos, es respetable. Pero entonces no han conocido nada de la “Venecia del este”, no vieron su colorido, ni han andado por sus calles, ni han vibrado con el bullicio del mercado flotante, ni han visitado el Templo de la Aurora, ni nada. Por supuesto que esta no es la realidad de todo el mundo, gracias a Dios.

Soy de los que piensan que el nivel de inteligencia de la gente en general difiere escasamente uno de otro, lo que hace diferencia es la capacidad de observación. Aunque pueden decirme que eso justamente es ser mas “inteligente”, el nivel de análisis. Y yo responderé, puede ser.

Ah el sábado tengo torneo de ajedrez, gracias.-

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La siesta

Es curioso como creencias populares provocan mi más hondo desasosiego.

Veamos: se supone que uno no tiene que dormir apenas terminada la cena, o al menos eso vengo escuchando desde pequeño. La digestión al hacer su trabajo nos provocaría terribles pesadillas que nos impedirían descansar. Ahora, en cualquier manual de buenas costumbres recomiendan para el beneplácito del alma y la integridad física una siesta luego de un lujurioso cocido de domingo.

Por lo tanto a la noche no, pero por la tarde sí? A que se debe esta contradicción alimenticia? Qué sabe el estómago que hora es? Dependerá del sitio donde uno se decida aletargarse? El sofá del salón poseerá en su esencia un espantador de sueños? O en realidad será la cama la que provoque pesadillas luego de una copiosa cena? Y si luego del mediodía viajo al Japón, conociendo la omnisapiencia horaria de nuestro sistema digestivo, cenaré o será un almuerzo anticuado?

Cual será el horario para los sueños deseados? Esos que aunque breves, hacen que uno se levante mejor persona, más noble, más loco o más vivo?

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